Mi romance con la Pintura, que es para mi como una "segunda piel", data de la década del 70, desde que comencé a transitar la mágica, importantísima y muchas veces desvalorizada carrera de Bellas Artes. Es así como alcancé la graduación en Profesorado Nacional, Profesorado Superior y Licenciatura en Artes, a lo largo de los años. Mientras tanto, danzando con la Vida, habito mis lugares, mi río y el deporte, y vivo la estimulante profesión docente.
Siempre dije que el Arte se nutre de todo, de una vida rica, de multiplicidad de acciones, "vivires", digamos. Por ello soy inquieta y varios anillos concéntricos me suman amistades a granel.

La pintura de Paisaje fue uno de mis primeros maestros; lo disfruté muchísimo, en aquella forma en que, como dice Andre Lhote, el pintor de paisajes es una mezcla "entre el vagabundo, el rumiante y el poeta"...

Hoy mi Pintura -sÌ, la Pintura con mayúscula, que es la que defiendo siempre- versa sobre la Naturaleza siempre viva, y el hombre y la mujer siempre en movimiento, siempre creciendo. Por eso la mía es una obra de aperturas, de ritmos y direcciones muy libres, dinámicas, de trayectos ascendentes, y de materias de carácter denso y activo, muchas veces complejo.

Pero dejemos que lo expresen los críticos y maestros que han comentado mi obra.

Mi convicción es que el artista siempre debe seguir creciendo (porque eso es la Vida).